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Dos caras del colesterol
El público en general y particularmente quienes aspiran a prolongar la vida y llegar a 120 años conocen que el colesterol se relaciona con las grasas, obstruye las arterias y puede provocar infarto. Sin embargo, muchos desconocen que se trata de un compuesto químico indispensable para el funcionamiento normal de nuestro organismo.
Es dominio de los científicos, desde hace tiempo, la relación entre el bajo nivel de LDL (colesterol malo), y el alto nivel de HDL (colesterol bueno) en la calidad de vida de las personas. Recientemente un equipo de investigación probó la importancia de esta relación en la longevidad.
El estudio publicado por la Revista Americana de Geriatría, refiere una mutación genética que protegería a los longevos de los efectos del colesterol, más allá de los hábitos alimenticios y la actividad física que realicen.
Los investigadores del Albert Einstein College, en Nueva York, dan cuenta de los altos niveles de colesterol HDL en un grupo de personas que había cumplido los cien años y de sus hijos, a pesar de hábitos de vida no ideales.
Otra de las conclusiones de la investigación es que la relación HDL-LDL-longevidad, no funciona de la misma manera para los hombres que para las mujeres. Mientras que en éstas últimas, la sola presencia de un alto nivel de colesterol bueno es suficiente para ganar años de vida, en los hombres se debe registrar además un bajo nivel de LDL o colesterol malo.
El hecho de haber rozado las causas genéticas de esta predisposición no significa que la investigación haya develado el misterio totalmente. Ni siquiera se individualizó el o los genes que estarían implicados en el proceso, pero el estudio es un buen incentivo para otras investigaciones futuras que logren detectarlos. Ese descubrimiento sería de un potencial terapéutico importantísimo, incidiendo sobre las afecciones cardiovasculares, una de las mayores causas de muerte en el mundo.
El colesterol es uno de estos lípidos que se convierte en un problema cuando se encuentra en exceso en el organismo. Proviene de dos fuentes: por producción del hígado y la que se adquiere por la ingestión de alimentos que lo contienen. Sólo está presente en alimentos de grasas animales como vísceras, quesos, yema de huevo, etc.
Para circular en la sangre el colesterol se combina con proteínas llamadas lipoproteínas cuya misión es transportarlo con los triglicéridos en la sangre.
Estas lipoproteínas se sintetizan en el hígado y en el intestino.
Al porcentaje de colesterol que circula unido a la lipoproteína HDL se le llama colesterol bueno y al que circula unido al LDL se le llama colesterol malo.
Las lipoproteínas se encargan de arrastrar el colesterol bueno desde las arterias al hígado para que lo elimine, por lo tanto protege al organismo de la acumulación de ese elemento en las células y las arterias.
COLESTEROL MALO (LDL)
Las lipoproteínas transportan el colesterol por todo el organismo y si se encuentra sobre los valores aceptables, permite que se deposite en las arterias.
El nivel sanguíneo de colesterol está determinado por el que sintetiza el propio organismo y el que se recibe a través de la alimentación, así como la capacidad del cuerpo para remover el exceso de colesterol.
El organismo en condiciones normales sintetiza la cantidad suficiente de colesterol para satisfacer sus necesidades, por lo que la alta ingestión de alimentos ricos en colesterol y grasas saturadas, puede producir un aumento en el nivel sanguíneo de este elemento.
LOS TRIGLICERIDOS
Son compuestos que contienen ácidos grasos. Aportan energía, son fundamentales para el crecimiento y desarrollo celular, colaboran en la inmunidad y coagulación sanguínea. No se depositan en las arterias, pero pueden favorecer que el colesterol se acumule en ellas.
Cuando existe exceso de colesterol en la sangre, se acumula en las paredes de las arterias, provoca su estrechamiento y endurecimiento. Crea así la ateroesclerosis y aumenta el riesgo de originar ataques al corazón, isquemias cerebrales y otras enfermedades cardiovasculares.
Igualmente puede bloquear completamente una arteria. Si ésta irriga al corazón pudiera provocar un infarto del miocardio. Si irriga al cerebro provocaría un ataque cerebral.
Estos antecedentes nos alertan sobre la especial atención que debemos dar a la vigilancia del nivel de colesterol en nuestro organismo.
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