28/4/16

Enfriar el cuerpo para proteger el cerebro, tras un paro cardíaco [28-4-16]

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Enfriar el cuerpo para proteger el cerebro, tras un paro cardíaco

Llevar el cuerpo a una temperatura entre los 32 y los 34º C disminuiye la incidencia y magnitud de las secuelas neurológicas provocadas por un paro cardíaco


Se hace en los Estados Unidos, pero es una novedad en el país. Llevar el cuerpo a una leve hipotermia luego de un paro cardíaco, ayuda a disminuir el consumo de energía del cerebro, lo cual mejora su funcionamiento, facilita su reposo y reduce las secuelas neurológicas.

Siguiendo un estándar de cuidado en el mundo desarrollado, la Terapia Intensiva del Hospital Universitario Austral (HUA) empezó a implementar una técnica de enfriamiento de las víctimas de un paro cardíaco, con el fin de disminuir la mortalidad y las secuelas cerebrales. Los médicos llevan el cuerpo a una hipotermia leve, entre los 32 y los 34 ºC.

Como apagar la calefacción para ahorrar energía; así funciona el enfriamiento. El cerebro consume menos energía, situación que mejora su funcionamiento y facilita su reposo. “Esto es fundamental, porque luego de un paro cardíaco el cerebro sufre la falta de flujo sanguíneo, pero también sufre cuando recupera la sangre. La mayor parte del daño cerebral en los pacientes resucitados ocurre cuando la sangre oxigenada circula nuevamente al cerebro, lo cual produce una respuesta inflamatoria exacerbada. Al bajar la temperatura corporal, disminuye la acción de la inflamación sobre las neuronas”, explicó el Dr. Pablo Pratesi, Jefe de la Terapia Intensiva de Adultos del HUA.

Llevar el cuerpo a una temperatura entre los 32 y los 34º C disminuiye la incidencia y magnitud de las secuelas neurológicas provocadas por un paro cardíaco.

Lo óptimo es que la hipotermia se aplique rápidamente, luego de la resucitación de la persona, para reducir la incidencia y la magnitud de las secuelas neurológicas que padece alrededor de la mitad de quienes sufren un paro cardiorrespiratorio. “Es como el airbag al auto: no previene el hecho, pero disminuye sus consecuencias”, comparó el Dr. Pratesi.

Más allá de sus beneficios, el enfriamiento se aplica en un tiempo limitado; pronto se procede al recalentamiento. “Existen equipos capaces de bajar 1 ºC de temperatura por hora durante 24 horas, para impedir que disminuya más. Luego se procede al recalentamiento a 0,5ºC por hora”, describió la Dra. Victoria Marquevich, residente de la Terapia, que realizó un programa de entrenamiento durante dos meses en el Massachussets General Hospital de Boston, Estados Unidos.

“Recién 72 horas después del recalentamiento somos capaces de estimar un pronóstico respecto a las secuelas cerebrales”, aclaró el Dr. Pratesi, y enfatizó que la reanimación cardiopulmonar (RCP) precoz es tan importante como el tratamiento posterior.


El frío: un recurso histórico

Ya en los tiempos de Hipócrates se describió el uso del hielo y de la nieve para las heridas de los soldados. Y luego de la Segunda Guerra Mundial, se publicó el primer artículo donde se hablaba de llevar a los pacientes con traumatismo de cráneo a temperaturas de 20 a 25º.
Con el tiempo, se llegó a la conclusión de que la hipotermia leve podía acarrear beneficios para la salud. “En el 2002 se publicaron dos artículos que mostraban los resultados de la inducción a la hipotermia leve en personas que habían sufrido un paro cardíaco. Quedó claro que los pacientes tenían una mejor evolución neurológica a los seis meses y una mayor sobrevida”, comentó el Dr. Pratesi.

“Estamos finalizando el entrenamiento para estar en condiciones de brindarle esta posibilidad a la población, y tal vez a otros pacientes que hayan sufrido un accidente cerebrovascular, un traumatismo de cráneo u otros. Hoy sabemos que resulta en pacientes con paro y, por el momento, aplicaremos el tratamiento a este grupo”, concluyeron el Jefe de la Terapia y la Dra. Marquevich.
 

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